Cirugía de ojos en niña con autismo
Mi pequeña Teodora tenía estrabismo (exotropía intermitente) en ambos ojos, esto quiere decir que con la luz, el cansancio o el estrés sus ojos se desviaban, era un desvío casi imperceptible para los demás, pero al fijarse bien, se notaba.
Este estrabismo le provocaba tener que forzar sus ojos para lograr centrarlos, cansancio ocular, visión inestable, imagínense eso, además de una hipersensibilidad visual, difícil para cualquiera, aún más para un niño autista.
El tratamiento desde antes de sus 3 años fueron parches y lentes, ella aprendió a usar sus lentes sin problema, pero ya el último año (cuando cumplió 7) no quiso más, le compramos nuevos, ella los elegía, etc. Pero se los sacaba... ¿la solución? Cirugía en los músculos de ambos ojos. Muchos creen que esta cirugía es meramente estética, pero no es así, esta cirugía evita el sobre esfuerzo que están haciendo los ojos para centrarse, además que evita que el ojito más flojo pierda vista, Teo tendía a cerrar un ojo cuando no lograba centrar bien.
Así que, ahora a sus 9 años la operamos, nos preparamos bien antes con anticipación visual y con un panel con lo que ella podría o no podría hacer los días de reposo, le expliqué lo que pasaría en la clínica y a decir verdad se lo tomó con mucha calma, bastó con conversarlo una vez y listo! No preguntó nada, lo único difícil fue el despertar de la anestesia (lo que a muchos nos pasa), pero lo demás, nada.
¿Qué les puedo decir? Estoy encantada con el resultado! Cumplimos un mes de ser operada y la verdad es que Teo está muy bien! Se ve que ya no fuerza sus ojos, tiene un desvío de 4 grados, lo que es nada cuando comparamos con los 30 grados que tenía en uno de los ojos, anda más feliz, mejoró su rendimiento en el colegio, la verdad es que todo resultó sorpresivamente positivo.
La semana pasada fuimos a su último control post-operatorio y todo salió excelente, nuestro Oftalmologo (Juan Pablo López, de Clinica Alemana) se la jugó desde que Teo era “indomable”, recuerdo las primeras citas en donde teníamos que afirmarla entre 4 para poder ponerle gotas, el no dejaba irnos hasta poder terminar su sesión como corresponde. Antes fuimos a otros oftalmologos y se rendían, veían que la niña hacía “pataletas” y decían: “podemos ponerle sus gotas la próxima vez”... y ese “próxima vez” no venía nunca. Así que feliz y agradecida con la paciencia de nuestro doctor. Hoy en día Teo ya iba encantada a sus citas, se acostaba sola para que le pongan sus gotas, seguía todas las indicaciones, todo como una niña grande.
Hay momentos en el autismo que vemos todo imposible, pero les puedo decir que en los años de mi Teo he visto que no es así, todo se puede, con paciencia, con amor, con tiempo, nuestros hijos nos sorprenden. Quizás hay veces que necesitamos esperar un poco el tiempo correcto, pero el logro llega.
Por eso siempre digo ¡con autismo también se puede!