Autismo, mi hija y sus sentimientos
Una de las cosas que más se mencionan en el autismo es la falta de empatía por parte de quienes tienen esta condición, yo les contaré cómo ha sido mi experiencia con mi hija en estos últimos 4 años:
Su amiga, nunca había ido al dentista, entonces decidí acompañarla a su primera cita, con su mamá y con Teo, para que su amiga vea qué Teo no tiene miedo y se sienta más acompañada.
En cuanto se vieron afuera de la consulta ambas estaban felices de verse, Teo no podía esconder el entusiasmo de encontrarse con su amiga, se abrazaron y entramos todas juntas a la consulta. La amiga de Teo lloraba mucho, pedía por favor que no la toquen (tenía mucho miedo), Teo se acercaba y la tocaba, no mostró ninguna emoción específica, pero la abrazaba por la espalda y le acariciaba su pelo... la dentista logró conquistarse a la amiga de Teo e hizo lo que tenía que hacer, las dos niñas terminaron felices, con globos y hasta se tomaron fotos con la doctora. Nos fuimos a casa, ya en casa Teo se puso muy triste, preguntaba por su amiga, decía: “Antonia está triste”, “Antonia lloro mucho”... yo le expliqué que su amiga lloraba porque tenía miedo, pero que ya estaba bien y feliz, pero a Teo le afectó mucho, siguió triste toda la tarde, se durmió con lágrimas por ver a su amiga triste, incluso, lo primero que preguntó al despertar al otro día fue: ¿cómo está Antonia? ¿está triste?.
Otra situación: uno de sus compañeros del colegio llegó enojado en la mañana, por lo que me dijeron en el colegio, el niño lloraba e incluso gritó un par de veces. Teo no mostró nada en el momento, pero una hora después empezó a llorar, preguntando si su amigo estaba triste o enojado, luego en casa me volvía a preguntar si M seguía triste, y si iría al colegio al otro día? Ella estaba preocupada por él.
Estos son solo dos ejemplos de situaciones en que Teo se vio afectada por lo que sus amigos estaban pasando.
Evidentemente hay algo muy claro, ella si siente cuando otros están mal, le afecta y si bien no sabe qué hacer o decir en el momento, si siente, le afecta y de alguna manera lo demuestra, quizás de manera tardía, pero el sentimiento está ahí. Entonces, cómo pueden decir que los niños con autismo no sienten? Que son indiferentes a su entorno?
Pues no son indiferentes, mi teoría es que sienten demasiado y el sentimiento es tan fuerte que no son capaces de filtrarlo en ese momento o mostrarlo de manera adecuada (para el resto de los humanos). Cuando Teo era más chica y yo la iba a buscar al jardín, ella no venía corriendo a mis brazos como el resto de los niños, ella venía y corría a mi alrededor, haciendo un circulo cómo celebrando que llegó mamá, al principio las otras mamás me miraban raro, pero yo era feliz con ese círculo que hacía mi hija a mi alrededor, era un ritual exquisito!
Con esto quiero decir, que las personas con autismo no son indiferentes a su entorno, cada persona demostramos nuestros sentimientos de manera similar, pero el que ellos lo demuestren de manera diferente, no significa que no están sintiendo. Lo que si yo creo, es que necesitamos enseñarles cómo actuar ante situaciones especificas, en esa etapa me encuentro y creo que es una larga e importante tarea, ya que ellos necesitan aprender las “reglas sociales” de este mundo, como por ejemplo: si un niño se cae ¿Que hago? ¿Lloro? ¿Lo ayudo a levantarse? ¿Me voy? Etc... son cosas que ellos lo aprenden como si fuera un manual de convivencia mundial.
Tiempo y amor, paciencia y respeto, ellos aprenden y lo más lindo, nos sorprenden.
Él no mostrar un sentimiento o mostrarlo de manera diferente no significa que no se siente. No estigmaticemos a las personas con autismo, no es justo que por no reaccionar como lo hace el resto de la sociedad, sean tachados de indiferentes.